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Análisis

Battlefield 2042, vehículos sobrecalentados

Battlefield 2042, vehículos sobrecalentados

Battlefield 2042 tiene la proeza de ser el primer videojuego AAA que habla sobre nuestra crisis climática. Hay otros títulos que lo hacen directa e indirectamente, como Subnautica o Biomutant, pero nunca uno con tanto presupuesto, ambiciones y, lamentablemente, resultados problemáticos.

La última incursión del estudio DICE no contará con una campaña tradicional como ha sido usual en la saga, pero al arrancar 2042 por primera vez presenciaremos un video introductorio que nos contextualiza. Estamos en un futuro no tan lejano—en múltiples sentidos—, en el cual hay conflictos entre Rusia y Estados Unidos, la creación de una alianza de millones de personas llamada “Los Despatriados” o “Despas”, crisis energéticas, económicas, desastres naturales. Luego del interesante video, nos arrojan a una primera partida de demostración, en la cual aprendemos los controles y combatimos con bots.

La demostración cumple con su cometido: me fue posible empezar a ver las potenciales grietas que empañarían mis horas posteriores. Errores visuales y de animaciones de todos los colores, sumados a una disposición de los enfrentamientos que normalmente los transforman en caóticos, pero no siempre en el buen sentido del término. También hubo un poco de aburrimiento, pero lo atribuí más al armado artificial de la batalla. Por otro lado, la escala y las posibilidades en combate me parecieron prometedoras cuando ocurren ciertas circunstancias. Ya llegaré a esto.

Entonces, “tutorial” revisado, me dispuse a probar partidas en lo que se supone que es “la vedette” del paquete: su ambicioso modo de 128 jugadores en pantalla. Pasaron las batallas y esa distinción inicial sobre su mensaje de nuestra tierra devastada fue más que ineludible: diferentes condiciones climáticas suceden de manera “espontánea” en los diversos escenarios, como tormentas de arena y tornados. Lo reitero, me resultó hasta fascinante ver como un producto de una distribuidora plagada de los vicios contemporáneos—entregas anuales que saturan, microtransacciones abusivas, entre otros—decide llevar a la delantera un título con un importante mensaje ambiental. Un mensaje que influye en las mecánicas y en las partidas de lo que estás jugando, ya que cada situación puede afectar tu visión, tu manejo de vehículo y demás. 

No obstante, la alta cantidad de personas jugando genera situaciones que no son siempre satisfactorias de atravesar. Principalmente en el modo Breakthrough, el cual funciona como el clásico Rush y posiciona a un equipo defendiendo dos objetivos mientras el otro intenta destruirlos plantando explosivos. Para empezar, la “cadencia Battlefield” se siente desde el primer respawn. Con este término inventado quiero referirme a cómo suele ser jugar un título de la franquicia. Si ya sos una persona conocedora, diré poco nuevo. Pero para quien lea y no haya dado sus primeros pasos, hay que entenderlo como una suerte de opuesto a experiencias como Call of Duty, Valorant, o el más reciente Halo Infinite. Con mapas tan masivos, es usual estar recorriendo un buen tramo a pie antes de poder cruzar fuego con un enemigo. Esto puede crear un ritmo sumamente cansino para personas acostumbradas a enfrentamientos más directos e inmediatos. Además, el poder llegar a un punto de conflicto y que te elimine al instante alguien con sniper desde vaya uno a saber dónde, puede alterar el atractivo.

La solución, o mejor dicho, aquello que ayuda a balancear el ritmo, es el uso de variados vehículos, terrestres o aéreos. Se llega más rápido al quid de la cuestión, con el agregado de poder respawnear directamente en aquellos que no estén completamente ocupados. También se puede respawnear cerca de miembros de nuestro pequeño squad de cuatro personas, incomunicadas con la falta de chat de voz, aún a semanas del lanzamiento oficial. (Existe un sistema de pings básicos como en muchos títulos del género, pero dada la escala de las partidas termina siendo sumamente inútil salvo que se marquen enemigos). 

La problemática con estos ingredientes es que fácilmente se pueden llevar a cabo “estrategias” que básicamente imposibilitan la victoria de un bando. ¿De quién fue la brillante idea de posicionar un objetivo en la terraza o último piso de un edificio, cuando vas a tener a sesenta personas campeando la zona? La única forma accesible de llegar hasta allí sin vehículo aéreo es usar ascensores, los cuales son eternamente acribillados ni bien abren sus puertas. Como si fuera poco, los vehículos terrestres ahora se piden por comunicados y son entregados por vía aérea. Es decir, se abre la puerta de tu ascensor y tenés un simpático vehículo blindado del otro lado. Si Battlefield 2042 me regaló un momento de suma compasión fue cuando mi equipo se cansó e intentó meter un vehículo terrestre al ascensor. Era una hazaña imposible, pero aún así intentaron realizarla por varios minutos.

Desde ya que esto no ocurre todo el tiempo ni en todos los escenarios, pero cuando tenés “solo” siete y es una fija en por lo menos uno de ellos, es un problema grave. Las comillas en la palabra anterior es porque vale remarcar, nuevamente, que son mapas gigantes, que se expanden en varias capas y presentan diferentes propuestas, con mezclas de campos abiertos, interiores en construcciones, parques y un cielo para pilotar jets con mucho placer. Nobleza obliga, cuando todas las piezas encajan, el caos es dentro de todo paradójicamente ordenado y las alianzas saben a qué están jugando, Battlefield 2042 presenta una sensación de combate no disponible en otros títulos online del mercado actual. La desesperación con decenas de soldades intentando defender una bandera es palpable y a veces es todo lo que se necesita para querer seguir jugando. 

Los contra-argumentos al punto anterior son dos. El menos amistoso y más inocente (en términos de cómo funciona la industria) es si realmente es mejor esta cantidad ambiciosa de jugadores que las opciones más reducidas de anteriores entregas. Mi reducido tiempo—20 horas—hasta el momento me resulta insuficiente para delimitarlo. Lo que no tiene salvedad es el segundo contra-argumento. Al momento de escribir estas líneas, casi un mes después de su lanzamiento oficial, Battlefield 2042 sigue siendo un juego sumamente roto. Muchas veces encuentra partidas velozmente, en especial las de 128 jugadores y jugadoras, pero lo mismo no sucede necesariamente en otros modos. Me ha pasado de intentar jugar Hazard Zone, encontrar partida y estar media hora esperando que cargue el resto de las personas, para no terminar haciéndolo y devolverme al menú principal. A los variados bugs visuales y de conexión se le suman errores en el impacto de proyectiles, al nivel de vaciar cargadores a personas a un metro y no haber impactado ni una bala, o tener bloqueado el loadout y no poder cambiar de armamento en toda la partida salvo que encuentre armas en el piso. Lamentablemente, la peor falla no es ninguna de estas últimas: son los crasheos durante partidas. Me ha pasado más de una vez de estar llegando al último objetivo, al clímax de un enfrentamiento, y se me cierre el juego en el minuto 45 (suelen ser partidas duraderas). Por supuesto, sin otorgar ningún punto de experiencia ni nada que deje asentado dicha partida. 

Considero que mi tiempo con esta última entrega de la que supo ser una de mis franquicias online favoritas ha sido más de un amargor insalubre que placentera. El potencial está, el disputar guerras de vehículos con decenas de personas alrededor y hacer desastres ya era divertido antes, lo sigue siendo ahora. El cansancio también dice presente y ese “entrar al ritmo” que nos pide el título sea quizás cada vez más difícil cuando existe una oferta totalmente gratuita con un soldado verde y un click automático en cuanto a diversión. De lo que no tengo dudas es que, nuevamente como pasó con aquel mapache antropomórfico de Biomutant, Battlefield 2042 utiliza la temática de la contaminación y la crisis climática sin poder escapar a la ironía que genera sin quererlo. El haber tenido un lanzamiento poco feliz debido a ambiciones de querer más cuando quizás no hacía falta, de nuestros propios problemas socio-económicos a nivel mundial con una pandemia de por medio, los problemas generales de la industria de los videojuegos, y los propios problemas internos de EA como distribuidora de los mismos… todas situaciones que hacen pensar dos veces qué nos presenta el título. Ojalá pueda haber una remontada y un mínimo pulido que ayude a mantener a flote una importante nave llena de buenas intenciones y planteos ambiciosos.

por Axel Bosso